Como en un verso de Roberto Iniesta: “Intentando levantar el espíritu nostálgico de querer estar contigo y nunca estarlo” es lo que intenta hacer José Miguel Masiá en las acuarelas de la exposición “Añoranzas”, en las que podemos encontrar paisajes de la huerta que ya no existen en la actualidad y que él nos trae no sólo para que podamos disfrutar de ellos, sino para concienciarnos de cómo se está destrozando nuestra huerta, del poco respeto que se tiene por nuestros recuerdos. Él pinta para decirnos con su pincel que todavía estamos a tiempo de salvar lo poco que queda sin despedazar, de cómo mantenerlo vivo no sólo en imágenes.

Se inició con Fulgencio Saura Pacheco, con el que salía a pintar. Aprendió a pintar directamente de la naturaleza y lo ha seguido haciendo hasta ahora, aunque a veces tome como referencia fotografías, sobre todo cuando se trata de lugares que no pueden disfrutarse hoy. Firma como Siama jugando con el orden de las sílabas de su apellido Masiá en homenaje a su abuelo apellidado Pérez, que firmaba como Rezpe.

Momentos idílicos atrapados en las obras de Siama, ya que nunca podremos volver a verlos. Ni los árboles tendrán ese color, ni las sombras se proyectarán de la misma manera, ni las palmeras nunca serán tan numerosas, ni los caminos de tierra contienen ahora arena. Incluso el agua parece querer retener con su luz el relejo de lo que ya no está. Caminaremos por caminos que ahora son asfalto, tocaremos con nuestros dedos el agua por el que ahora circulan coches, montaremos en carros que no contaminaban, veremos la Murcia de antes, y valoraremos lo que teníamos y lo que podemos conservar.

Sólo José Miguel Masiá consigue atrapar tanta luz en una acuarela como si también quisiera atrapar la luz de esos años que ahora sólo se encuentran en fotografías y en sus obras. Esa tibia luz que se conserva en las fotografías antiguas, no es tan poderosa como él la muestra, la luz de las acuarelas que componen “Añoranzas” es tan perfecta que supera la luz real.

Galería Léucade acoge esta exposición en la que se pretende –además del evidente deleite con las obras-, concienciar de lo que somos capaces de hacer, tanto bueno como malo, y ser conscientes de que el cambio no sólo se encuentra en los pinceles de Masiá, también está en nuestras propias manos.

 

Sofía Martínez Hernández y Tànit Villamartin Espert

Críticas de arte.